Durante el proceso creativo solemos creer que el momento de la iluminación, aquel momento mágico en el que por fin parece que lo comprendemos todo, es el final del recorrido. Tras la extensa fase de Preparación, tras un largo período de Incubación y tras la esperada Iluminación, llega el momento de verificar las ideas que hemos tenido, de ver si funcionan y de darlas a conocer. Una tarea nada fácil.
El largo proceso de incubación ha dado por fin lugar a la epifanía, a ese momento emocionante y único en el que todo se ilumina y parece que por fin hemos resuelto el problema. Pero la cosa no termina allí; es más, podríamos decir que esto acaba de empezar. Nos toca evaluar y verificar las ideas que hemos tenido y para ello debemos echar mano de todo nuestro bagaje racional y analítico. Abandonamos en esta etapa toda aquella atmósfera onírica que nos permitió llegar hasta la epifanía. Aquí vuelve a entrar en juego aquel conocimiento racional que hemos incorporado durante la etapa de formación; la preparación no solo es necesaria para gestar nuevas ideas, sino también para comprobarlas, darles forma y comunicarlas.

Las ideas constituyen fundamentalmente redes, conexiones entre diferentes elementos que determinan una manera de ver el mundo y surgen siempre dentro de un determinado imaginario colectivo. Por lo tanto, deben tener puntos de anclaje con las ideas preexistentes; no pueden surgir de la nada ni estar aisladas del resto. Además, esa relación con el conocimiento previo constituye uno de los aspectos que nos facilitará luego «venderlas». Porque una gran teoría guardada en un cajón no transforma el mundo; es necesario comunicarla a una audiencia apropiada, publicarla y promocionarla.

Pero aunque una teoría sea brillante, aunque se adecúe a la realidad y aunque haya evidencia experimental que la soporte, puede que no triunfe. Somos mucho más conservadores de lo que suponemos y así como la racionalidad no sirve para generar nuevas ideas, tampoco suelen ser racionales los motivos por los que las aceptamos o las rechazamos. Picasso tuvo que guardar durante años Les demoiselles d’Avignon porque nadie supo entender entonces qué representaba aquel cuadro; Einstein recibió el Premio Nobel por el efecto fotoeléctrico y no por la mucho más revolucionaria teoría de la relatividad. Cuanto más innovadora y transformadora sea una idea, más oposición encontrará y más tiempo tardará en ser aceptada. Con las ideas particularmente creativas toca ser pacientes, saber esperar.

[Extracto del libro Creativium. Fotografías de Paula Arbide]
Concluimos aquí con nuestra serie sobre las diferentes etapas del proceso creativo. Si quieres más información puedes consultar la web de Creativium o descargar las primeras páginas del libro.
0 comments on “Verificación”