Primer acto
Asumamos por un momento que vivimos en un determinado sistema económico (digamos… el capitalismo) y que (por ahora) no podemos cambiarlo; asumamos por un momento que la economía de un país tiene que crecer para compensar el aumento de la población, para que la gente viva mejor o para ambas cosas; asumamos, finalmente, que la única manera de que la economía crezca es a partir del aumento del consumo. ¿Qué hacemos? ¿Seguimos devastando el planeta? ¿Seguimos alienándonos con productos que no necesitamos? ¿Seguimos persiguiendo esa ilusión de felicidad detrás de un iPhone o de una tele de plasma cada vez más grande?
Puede que el golpe en la cabeza que me di la semana pasada haya afectado un poco mi manera de pensar, pero creo que hay una alternativa elegante y estimulante para este atolladero entre consumo, ecología y alienación en el que nos hemos metido. Mi propuesta es:
Con(Suma) Cultura
El consumo cultural hace crecer la economía, es ecológicamente sostenible y, por sobre todas las cosas, no sólo no es alienante sino que mejora considerablemente nuestra calidad de vida y también la de los que lo producen. Muchos estudios demuestran una correlación entre el consumo cultural y el bienestar social y económico. Los productos culturales enriquecen tanto la vida del que los consume como la del que los genera. El desarrollo de las llamadas «industrias creativas» permite establecer una política «win-win» en la que ambas partes (productor-consumidor) ganan. El cambio de paradigma de consumo de productos a consumo de cultura (o de productos culturales) puede significar un vuelco radical en nuestra calidad de vida y en nuestra economía.
Sin embargo (y aquí se acaba mi sueño) la sociedad (sobre todo nuestra mediocre sociedad latina) parece ir en la dirección contraria. Casi todos mis amigos y colegas, casi todos profesionales, bien educados y en muchos casos abocados a labores creativas, piratean productos culturales (libros, música, películas, vídeo juegos, etc.). Pero lo peor de todo es que en algunos casos hasta se sienten orgullosos de ello. Otros, en cambio, suelen argumentar que 8€ por un disco (en formato digital) es mucho dinero; en general lo suelen decir con una copa de vino en una mano y un pintxo en la otra (por los que acaban de pagar unos €8). Me resulta terriblemente desalentador que personas que se dedican a actividades creativas pirateen cultura.
Interludio
Demoliendo mitos 1. La cultura es cara. Las mismas personas que no son capaces de pagar €9 por una entrada al cine son las que se gastan €699 en su nuevo iPhone… ¿Cuántas películas puedes ver por el precio de un iPhone? Hint: para hallar la respuesta puedes usar la calculadora de tu iPhone.
Demoliendo mitos 2. A la gente no le interesa la cultura. La semana pasada rebajaron en Madrid las entradas de cine a €2 y asistieron un millón y medio de personas. Lo mismo ocurre cada vez que El Prado (o cualquier otro museo importante) no cobra entrada. A la gente SÍ le interesa la cultura; el problema es que se ha gastado toda la pasta en el iPhone creyendo que allí estaba la felicidad.
Segundo acto
Pero quizás no todo esté perdido; las mismas tecnologías que permiten la piratería de productos culturales están dando lugar a una nueva generación tanto de creadores de contenidos como de consumidores «legales». Hoy por hoy, las nuevas tecnologías han permitido el surgimiento de pequeños creativos y pequeños consumidores de productos creativos y han favorecido la comunicación entre ellos; entre productores y consumidores. Estas nuevas tecnologías han permitido que pequeños desarrolladores puedan acceder a herramientas otrora impensables (o inalcanzables económicamente) y la masificación del consumo ha permitido equilibrar los precios y hacer más atractivo el consumo «legal». Ahora bien, mientras estas nuevas formas de creatividad se restrinjan exclusivamente al desarrollo de Apps la gente seguirá comprando iPhones y sin ir al cine o al teatro y sin comprar libros o música.
Clausura
Si en cambio, las nuevas tecnologías traen un despertar creativo y cultural, es posible que algo cambie en el mundo y que finalmente nos demos cuenta de la ventaja que puede significar para todos consumir cultura. Eso sí, la cultura tendrá también que adaptarse a las nuevas tecnologías y a los tiempos que corren. La dicotomía NO es tecnología o cultura. El gran desafío es hacer que ambas encajen para lograr algo nuevo que no hubieran podido lograr por separado. Ojalá así sea.
Sí, será así porque todos tenemos necesidad de alimentar nuestras neuronas con cosas de calidad. El reto es la rapidez e inmediatez de la nueva tecnología, que a veces no permite reflexionar, meditar, PENSAR
Gran tema de debate
Aunque de primeras me gusta tu idea de culturizar el capitalismo, creo que ya vivimos en un capitalismo cultural. El problema es lo que se vende como cultura. Estoy seguro de que si determinados libros, discos y películas se vendieran más que los actuales, no tendríamos que pensar en cómo transformar el capitalismo para vivir en una sociedad más sostenible…llegaría con la necesidad del cambio. Es más, el capitalismo se sustenta gracias a la desigualdad y la devastación del planeta, como tú has dicho. Lo que tu planteas, para mí, es otro tipo de sistema económico, por supuesto, mejor (no es difícil).
En cuanto al tema de las preferencias de la gente, me sucede lo mismo: no puedo soportar los llantos por el precio del cine y luego alardear de móvil. Sin embargo, una vez que pasas el escalón de depender de determinados aparatos, y tu dinero lo reservas para actividades más enriquecedoras, me parece justo plantearse el problema del precio de la cultura. ¿8 o 9 euros por el cine? ¿20 euros por un libro? ¿18 por un disco? ¿14 euros por entrar al Prado? Me parece un problema grave por el que deberían luchar, sobre todo, los artistas, pues son ellos los que se llevan un porcentaje mínimo del precio final.
Yo defiendo la piratería pero como opción del que no puede pagar por la cultura. Tendríamos que ser lo suficiente responsables para saber cuándo sí y cuándo no utilizar esa vía. (yo he llegado a comprar discos que pirateé cuando no pude comprarlos)
Me parece que has tratado un tema importante que pocas veces llega más allá de estos círculos. abrazos!!
Lo que he escrito es básicamente un esbozo de debate. Han quedado fuera cuestiones importantes como ¿Qué es cultura y qué no? ¿Cuánto tenemos que pagar por la cultura? Piratería y acceso a la cultura, etc. También habría que analizar quién se queda con la parte del león del consumo cultural. Con respecto a la piratería, me he cuidado de mencionar ejemplos de personas que ganan mucho más que la media y que claramente no lo hacen porque no tengan dinero; es una cuestión de desprecio por el trabajo creativo y de instalarse cómodamente en la gratuidad. Con respecto al «costo» de los productos culturales, no soy un experto en la materia pero he visto los números de la obra de teatro que acabamos de estrenar y no termino de entender cómo se puede hacer dinero (ni siquiera poco) con el teatro. Los costos están muy ajustados. Otro tema importante, en relación con esto último, es si se debe subsidiar la cultura y cuánto. Está claro que el debate da para largo. Lo seguiremos hablando. Un abrazo, G/
Es muy interesante el tema y concuerdo con lo que proponés. En la Argentina, estamos un poco mejor que en otros tiempos y la gente igual baja películas, música, videos, etc. Pero también se va mucho al teatro, al cine y se ven muchos espectáculos musicales, hay muchísimo consumo cultural, ambas cosas conviven. Pero por ejemplo no existe la cultura de comprar obras pictóricas o cualquier otra obra plástica. la gente prefiere una reproducción, foto o adorno artesanal (sin desmerecer) pero no tiene conciencia de la existencia de, ni del trabajo de tantos y tantos artistas que producen obra. Hay artistas que venden sus trabajos a muy buen precio, posible de comprar para cualquier persona de clase media, pero no se hace ese gasto que a la larga es una inversión y tiene un producto con un valor agregado.
Muchas gracias. Saludos, Ali.
Notas al margen:
1. El Capitalismo no está predefinido ni cuenta con recetas. Es muy distinto en los Estados Unidos de América a la versión francesa, canadiense, noruega, o rusa. En la mayoría de los países (si no es que en todos) existen subsidios. En México (mi país) por décadas hubo subsidios culturales sustanciales.
2. Para mí es necesario y quizás urgente establecer programas culturales subsidiados. Esto permite ampliar el consumo cultural, con las magníficas consecuencias mencionadas.
3. Cuando el capitalismo aprieta, cuando la economía nacional y mundial se ve forzada a elongarse, seguramente una de las primeras víctimas es la actividad cultural. Se genera así un círculo vicioso, bastante perjudicial.
4. Por demasiado tiempo la industria cultural estuvo en manos de unos cuantos. Este acaparamiento permitió niveles absurdos de enriquecimiento, a costa de los consumidores. La diversidad, que aflora de manera natural, se manifiesta también a través de la piratería.
5. Estoy de acuerdo en la necesidad de una renovación cultural donde la creación y el consumo de productos culturales crezca.
Muchas gracias por el ensayo. Muy interesante reflexión.
Pingback: 1.79€ o la mala costumbre de la gratuidad | Arte, Literatura y Ciencia