¿Es posible un diálogo entre Ciencia y Literatura? ¿Tienen acaso algo que decirse? ¿Qué pueden aportarse mutuamente? ¿Es posible (y deseable) esta interacción? ¿O acaso ya existe sin que nos lo propongamos?
En un libro estimulante titulado «Literatura y Ciencia«, Aldous Huxley exponía ya en 1963 un análisis admirable del (supuesto) conflicto entre el mundo de las humanidades y de las ciencias; aquello que C.P. Snow había denominado unos años antes el problema de las dos culturas. Huxley intenta una reconciliación entre la ciencia y la literatura y argumenta que la esencia del conflicto puede interpretarse a partir de una oposición entre la experiencia pública y la experiencia privada. Al comienzo del ensayo podemos leer:
Todas nuestras experiencias son estrictamente privadas; pero algunas lo son menos que otras. Son menos privadas en el sentido de que, en condiciones semejantes, la mayor parte de las personas normales tendrán experiencias semejantes y, después de haberlas tenido, es de prever que interpreten el informe hablado o escrito de tales experiencias de modo muy similar.
En este contexto, la ciencia puede definirse como una invención para investigar, ordenar y comunicar las más públicas de las experiencias humanas. De modo menos sistemático, la literatura también trata de estas experiencias públicas. Fundamentalmente le conciernen, sin embargo, las experiencias más privadas del hombre y la relación recíproca entre los mundos privados del sentimiento, los individuos autoconscientes y los universos públicos de la «realidad objetiva», la lógica, las convenciones sociales […]
El análisis de Huxley a lo largo de las 140 páginas del ensayo es acertado y exquisito. Pero lo es en el contexto de 1963. Hoy algunas cosas han cambiado y ciertas experiencias que antes sólo pertenecían al ámbito de lo privado, pueden ser ahora parcialmente objetivadas y pertenecer también al ámbito de lo público. Por otro lado también, ciertas experiencias que se creían razonablemente objetivas, han virado al ámbito de lo subjetivo. La ciencia aborda hoy problemas que se creían exclusivos del ámbito privado como la conciencia, la memoria, la personalidad o el deseo. Al mismo tiempo, los estudios neurológicos nos muestran de qué manera construimos el mundo y cómo le atribuimos sentido.
En la medida en que nos propongamos abordar problemas complejos, en la medida en que el mundo (supuestamente) subjetivo se entrelace con el (supuestamente) objetivo, en la medida en que pretendamos indagar en la naturaleza humana, puede que nos resulte útil para llevar a cabo nuestra tarea una consiliencia clara y libre de prejuicios entre Literatura y Ciencia.
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