¿Puede un pez saber qué se siente estar mojado todo el tiempo? Pues algo similar ocurre con el lenguaje; nadie suele escucharse su propio acento, son los demás (los de otras regiones o de otros países) los que tienen acento, los que hablan “raro”. Y sin embargo me ocurre, cada vez con más frecuencia, que me siento como un pez mojado, que escucho mi propio acento como ajeno, que me siento como extranjero de mí.
Los que estéis leyendo este post seguramente sabréis que los argentinos y los españoles tienen acentos (además de algunas palabras) bastante diferentes. Es muy fácil para cada uno de ellos reconocer el acento del otro; incluso reconocer el propio acento en un grupo heterogéneo de personas; pero en general, ninguno de ellos es capaz de reconocer el propio acento como ajeno, como algo extraño; del mismo modo que al pez no le resulta extraño estar mojado todo el tiempo. Los que leáis este blog a menudo, seguramente sabréis que soy argentino y que hace unos diez años que vivo en España. En todo este tiempo aquí, se me han pegado palabras y expresiones que me gustan y que me parecen ya de lo más natural y que entiendo también que vistas con los “ojos” de un argentino “puro» parezcan «raras”. Pero lo más sorprendente es que durante este tiempo se me haya hecho extraño el acento argentino. Escucho a alguien hablar en argentino (que es básicamente como hablo yo) y no reconozco ese acento como propio sino como extraño (y me ocurre a la inversa con el acento español).
Pero la cosa no acaba allí, lo más extraño de todo es que mi reconocimiento del “acento argentino” es selectivo; es decir que dependiendo de quien sea la persona que habla, a mí me puede resultar familiar o extraño el acento (aún cuando desde un punto de vista “objetivo” ese acento sea el mismo). Es realmente curioso como funciona el cerebro en estos aspectos; yo puedo hablar con amigos o con mis padres o con gente que conocía antes de irme de la Argentina como si nada (casi no les escucho el acento); pero me pongo a charlar con un argentino que no conozco y el acento me resulta sumamente extraño… es alucinante sentirme extranjero de mí. Es como si la información auditiva fuese por dos caminos diferentes dentro del cerebro: uno puramente lingüístico (o semántico) y otro emocional. Este último camino pareciera estar fuertemente influenciado por la memoria y las experiencias pasadas. Así, los argentinos a los que estaba habituado a escuchar (o incluso a leer) antes de dejar la Argentina, me siguen resultando “transparentes” desde el punto de vista del acento (prácticamente no se los escucho). En cambio, me cuesta mucho ya leer cosas (o mirar películas) en “argentino» que no hayan sido escritas (actuadas) por gente que ya conocía de antes. Reconocer o no el acento argentino como extraño depende, en mi caso, de mi historia personal con la persona que habla. Es como si la comunicación oral contuviese una parte no verbal (el tono, el acento, etc.) que mi cerebro procesa de acuerdo a mi relación previa con esa persona. Es como hacer consiente el contenido no verbal (emocional) de la comunicación oral.
Sentirte extranjero de ti es una de las sorpresas que te depara la vida errante. ¿Te ha pasado alguna vez algo de este estilo?
Soy uruguaya en España desde hace catorce años. También siento raro el acento, pero no me había dado cuenta de que no me pasa con los amigos. En cambio me pasa lo que muchos inmigrantes en mi país contaban de sus regresos a Galicia: por la forma de hablar ya nadie los considera «suyos». Volví hace poco de unas vacaciones en Uruguay un poco cansada de que me carguen por gayega. Otra cosa que me pasa es que ya no puedo distinguir en un desconocido si es argentino o uruguayo… esto mejor no lo cuento a algunos uruguayos empeñados en ser tan distintos de los «porteños» 😀
Saludos y gracias por el blog
Y cuando te sueñas, ¿cómo es tu voz en tus sueños?. ¿Sigue el acento porteño o ha derivado hacia un castellano más de Donosti …?
Es una muy buena pregunta. La verdad es que no lo sé. Me ha pasado de estar de viaje en USA y soñar en inglés, pero en el día a día no lo sé; le prestaré más atención. Lo que sí te puedo decir es que lo visceral es netamente en porteño; a la hora de insultar o de putear a alguien, todo sale en porteño; en esos casos no hay filtro racional que funcione. Un abrazo, G/
Alguien me contó una anécdota y es la siguiente. La madre de esta persona hablaba siempre en castellano, se había trasladado hacía muchos años fuera de esta comunidad con su marido y el gallego que había sido su lengua materna en la infancia quedó relegado. En el momento de su tránsito hacia la muerte ya muy mayor, la hija de esta señora, que es quien me relató el pequeño cuento, me dijo que se despidió de su familia en gallego, acordándose de su madre y diciendo estas palabras: «ay mamaíña … alá vou» (ay mamá, allá voy). Me la ha recordado cuando has dicho que en lo visceral sale lo porteño, y tiene su lógica, en lo emocional, sobre todo si es muy «arcaica» la emoción, no hay filtro temporal ni racional, emerge la lengua madre, o como en este caso, el acento-madre. Un saludo! 🙂
No, aún no. Aunque pensándolo bien, hubo ocasiones en las que mi familia se ha reído de mí porque hice uso de alguna que otra palabra o frase tal como lo hacen en España. Tengo una simpatía (o empatía) particular con la gente de allí; muchos de mis contactos son de distintas zonas de dicho país, y de tanto compartir palabras con ellos pues simplemente se me han pegado. También soy argentina y confieso que aquí -lamentablemente- se habla bastante mal… (y cada día peor). Muy interesante tu nota, por cierto.
Un abrazo.